sábado, 6 de diciembre de 2025

EL ESPEJISMO DEL ALTRUISMO EFICAZ


1.  ¿Qué es?


El altruismo eficaz es una filosofía “social” y un movimiento de origen estadounidense, que ha ganado amplia popularidad en las últimas décadas. Su paternidad le es atribuida al filósofo australiano Peter Singer. Una definición puede ayudarnos a una primera aproximación: “El altruismo eficaz es un marco teórico y un campo de investigación que anima a las personas a combinar la compasión y el cuidado con la evidencia y la razón para encontrar las formas más efectivas de ayudar a los demás”[1]. La aplicación práctica de este concepto lleva a que la filantropía, tan de uso en el medio anglosajón, canalice sus recursos hacia allí donde cada dólar pueda representar el mayor beneficio. Es, como se ve, un enfoque netamente utilitarista del altruismo, derivado (¿degenerado?) en filantropía.


Bajo este enfoque, los grandes filántropos, especialmente estadounidenses, han estado dirigiendo sus flujos de ayuda en los últimos años. Al punto que, según comenta Leif Wenar, profesor de Stanford, "Aquí, en Silicon Valley, el altruismo efectivo se ha convertido en una religión secular de las élites"[2].


Las preguntas que se hará un altruista eficaz pueden resultar de este tipo: ¿dónde un dólar de ayuda puede beneficiar a más personas?, ¿qué problemática (clima, pobreza, analfabetismo, salubridad…) puede ofrecer los mejores indicadores de cobertura por dólar?, ¿cuál es el tiempo y la inversión mínimos, para lograr los mejores indicadores de resultado?


2.  Primeras conclusiones


Detrás de esta tipología de preguntas, es fácil llegar a unas primeras conclusiones:

§ El altruismo se centra en resultados, no en procesos. Mide actividades, pero no impacto.

§ No busca resolver las causas estructurales de ninguna problemática (clima, pobreza, analfabetismo, salubridad…), sino atender sus síntomas o consecuencias con la mayor eficacia posible.

§ Detrás de lo anterior, está implícita una polémica valoración que categoriza vidas, personas, poblaciones. Así, para el altruista eficaz, siempre habrá vidas más valiosas que otras; e, igual, personas, poblaciones y problemáticas más valiosas que otras. De esa manera, la generosidad no se entiende como una cuestión de dignidad, solidaridad y fraternidad, sino de utilidad, indicadores y estadísticas.


3.  Filantropía y altruismo


Conviene, entonces, mirar la raíz de la filantropía, como expresión del altruismo eficaz. Como bien sabemos, el altruismo ha sido bien estudiado en los seres vivos, no solo en seres humanos. Ya la biología, la neurología y la sicología tienen claro que: a) el altruismo es la tendencia de un organismo a comportarse de forma que beneficie a otros organismos, aún a costa de su propio bienestar; b) en el ser humano, esa tendencia natural y documentada adopta formas autoconscientes y deliberadas. Es decir, el altruismo es una fuerza impulsora de la evolución, que responde al sentido de especie o del bien común; una fuerza sintrópica, en oposición a la fuerza entrópica del individualismo que, en el ser humano, simplemente se hace autoconsciente y puede ser autodirigida.


Como tal, el altruismo es un comportamiento que no espera beneficio alguno para quien lo asume. Así las cosas, el utilitarismo, que el altruismo eficaz añade, es un componente cultural más que natural, yo diría político, típico y exclusivo del ser humano. El altruismo auténtico, entonces, no categoriza vidas, poblaciones ni problemáticas. Se fundamenta en la gratuidad y no en el utilitarismo. Se inspira en relaciones de fraternidad, solidaridad y comunidad de vida; no, como el altruismo eficaz, en relaciones de poder, dominación y propiedad.


4.  El fundamento de todo


Empieza a resultar claro que el altruismo eficaz es hijo del modelo economicista contemporáneo, cuya máxima prioridad es precisamente la maximización de rendimientos. Justo lo que calca este tipo de “altruismo”, y ya sí resulta claro que debemos usarlo entrecomillado, pues es una modalidad deformada de altruismo.


Entonces, también resulta claro que la filantropía, como respuesta paliativa a los dramáticos problemas generados por la inequidad estructural del modelo economicista, viene siendo una degeneración del auténtico altruismo. Y, como tal, se queda en las soluciones remediales, que justamente ayudan a perpetuar el modelo generador de inequidad y marginación social. La filantropía, aún bajo la dulcificada forma de la caridad cristiana, lo único que logran es perpetuar la pobreza, la inequidad y la marginación.


5.  Mi conclusión


El actual papa católico León XIV señalaba, en reciente homilía, con motivo del Jubileo de los Pobres: “No podrá haber paz sin justicia, y los pobres nos lo recuerdan de muchas maneras, con su migración, así como con su grito tantas veces sofocado por el mito del bienestar y del progreso que no tiene en cuenta a todos, y que incluso olvida a muchas criaturas abandonándolas a su propio destino”[3]. No profeso ningún credo religioso, pero considero que el señor papa ha puesto el foco en la raíz del asunto: justicia social, más que filantropía, caridad o altruismo efectivo es la respuesta correcta.


Pero, así como enfrentamos la sordera climática, seguiremos enfrentando la indiferencia frente a la inequidad (la aporofobia, de la que nos habla Adela Cortina), mientras el modelo economicista no sea replanteado en sus fundamentos. Y, para la sordera y la indiferencia, nada más efectivo que las soluciones paliativas, que acallan voces incómodas y conciencias dóciles.


Ramiro Restrepo González

Diciembre de 2025

[1]  Centre for Effective Altruism. Ver ACÁ.

[2]   Zamorano, E. Malos tiempos para los filántropos: por qué ya nadie cree que donar dinero a los pobres mejore el mundo. El Confidencial, España: abril 9 de 2024. Ver ACÁ.

[3]   León XIV. Homilía en la misa con motivo del Jubileo de los Pobres. Noviembre 16 de 2025. Ver ACÁ. 

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