SIN DEMOCRACIA ECONÓMICA, NO ES VIABLE LA DEMOCRACIA POLÍTICA
Lo primero sea dejar claro que hoy no hay democracia económica en el mundo. Para ello, aporto algunos datos que, en mi apreciación, son demoledores por su naturaleza sistémica y estructural, y por su profundo impacto en la calidad de vida de millones de seres humanos.
1. “El voto de un ciudadano o ciudadana belga promedio en el Banco Mundial vale 180 veces más que el de una persona de Etiopía”[1].
2. Lo
cual, en lugar de mejorar, empeora cada año: “En 2024, la riqueza conjunta de
los milmillonarios creció tres veces más rápido que en 2023 […]. En cambio, el
número de personas que viven en la pobreza apenas ha variado desde 1990” (Ídem).
3. Y,
aunque la tasa de pobreza, expresada como porcentaje, se ha reducido gradual y
ligeramente, el número de personas pobres sigue estancado en cifras de 1990:
poco más de 3500 millones de personas (44 % de la población mundial). Y, ya lo
decía, los porcentajes no son los que sufren el hambre, como creen los
tecnócratas, al predicar que todo va mejorando; el hambre lo sufren seres
humanos de carne y hueso, como pensamos los humanistas, y ese número, en lugar
de mejorar, ha empeorado.
4. “Las
investigaciones del Banco Mundial revelan que tan solo el 8 % de la población
mundial vive en países con un nivel de desigualdad bajo” (Íbid, p. 8).
Para mayor información, puede verse el reciente informe, elaborado por el Comité Extraordinario de Expertos Independientes sobre la Desigualdad Global, encargado por el G20 y dirigido por el nobel de economía Joseph Stiglitz.
Son las realidades que esquivan los profetas de la prosperidad, porque necesitan conciliar el sueño en la comodidad de sus burbujas. Yo, por mi parte, no puedo vivir tranquilo, observando el estado de un mundo tan inmoralmente inequitativo y al borde del colapso ambiental, situaciones ambas producto de la voracidad ciega de unas minorías insensibles.
Y, con base en estos cuatro datos objetivos y documentados, vale preguntar: ¿cuál democracia económica en el mundo? Estamos, sin matices ni medias verdades, en presencia de la continuidad del colonialismo más descarnado conocido. Ahora es global y más sofisticado gracias a la tecnología.
La pregunta, entonces, es simple: ¿puede haber democracia política en esas condiciones? Mi respuesta es rotunda: jamás. La “democracia” del Concejo de Seguridad es suficiente caricatura al respecto. Veamos: el Concejo de Seguridad de Naciones Unidas es la máxima instancia política mundial, incluso por encima de la misma ONU[2]. Integrado por 15 miembros, solo 5 son permanentes y vitalicios (EE. UU., China, Rusia, Francia y Reino Unidos); y, por supuesto, autoelegidos. Los demás tienen un periodo de solo 2 años. Y lo peor: los 5 miembros permanentes tienen poder de veto: basta el voto negativo de uno de ellos para invalidar cualquier decisión, aún de las mismas Naciones Unidas.
Vivimos, sencillamente, en un mundo de democracias de papel, incapaces de responder al clamor de bienestar y equidad de millones de ciudadanos a lo largo y ancho del mundo. Democracias secuestradas, al servicio de los grandes capitales. Democracia económica y democracia política son dos caras de la misma moneda.
No es gratuita la decadencia de la democracia en el mundo, como ya lo retrataba Zigmunt Bauman en Estado de crisis, en 2016. Así se expresaba Bauman: “Son las credenciales del sistema de la democracia representativa mismo —diseñado, elaborado e implementado por los constructores del Estado-nación moderno— las que se están desmoronando”[3]. Y ya las cifras del derrumbe son abrumadoras: “El mundo está dividido casi equitativamente entre 91 democracias y 88 autocracias…Pero el 71% de la población mundial —5700 millones de personas— vive en autocracias, un aumento del 48 % respecto al de hace diez años”, documenta el V-Dem Institute[4]. Y su reporte de 2025 lo reafirma: “Las democracias liberales se han convertido en el tipo de régimen menos común del mundo, con un total de 29 en 2024 […] Casi tres de cada cuatro personas en el mundo (el 72%) viven actualmente en autocracias. Esta cifra es la más alta desde 1978”[5].
Realidades, más que cifras, que nuestros inefables profetas de
la prosperidad siguen eludiendo. ¡Salud y bienaventuranza para ellos!; y, sobre
todo, paz en sus doradas tumbas. Bien diferente de la tumba colectiva que todos
estamos construyendo, con una indiferencia y una tozudez[6]
sencillamente impresionantes. Y vaya si desconcertantes.[2] Quien albergue duda al respecto, que nos
expliqué qué otra lógica tiene que la Asamblea General de Naciones Unidas
apruebe por Resolución (A/ES-11/L), en marzo 2 de 2022, condenando la invasión
rusa a Ucrania. Pero que, acto seguido, el Concejo de Seguridad, con una
votación de 11 votos a favor, de 15, haya vetado dicha resolución con el
liderazgo de Rusia, juez y parte en el conflicto.
[4] V-Dem Institute. Democracy Report 2024.
V-Dem Institute: marzo de 2024.
[6] Así nos obsequia generosamente la RAE en
sinónimos de esta palabreja: “obstinado, testarudo,
terco, empecinado,
cerril, cabezota, cabezón, cabezudo, tenaz, recalcitrante,
contumaz, pertinaz, porfiado, inflexible”. Tal parece que así nos comportamos
como especie.

2 comentarios:
Exelente, mejor no podía ser.
La democracia es una forma de gobierno que ni sus partidarios se terminan de poner de acuerdo en qué consiste.....con cada nueva constitución aparece un nuevo alud de "derechos" (humanos, sociales, económicos, ambientales, fundamentales....)o de anhelos sociales o partidistas por resolver. Democracia económica es una expresión confusa y conflictiva: existe el código civil (enseña y baluarte del capitalismo) y existen innumerables variantes del colectivismo o socialismo. Y regímenes más o menos híbridos como las socialdemocracias europeas por ejemplo.
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