ITER: ¿UNA
REVOLUCIÓN A LA VUELTA DE LA ESQUINA?
Por: Ramiro
Restrepo González
ITER es el acrónimo de International Thermonuclear
Experimental Reactor, un experimento a gran escala, con un costo estimado en
24.000 millones de euros, y financiado por siete socios: la Unión Europea, Japón,
Estados Unidos, Corea del Sur, India, Rusia y China.
Su objetivo es demostrar la viabilidad tecnológica de
producir energía nuclear por fusión y llevarla a escala comercial. Como todos
sabemos, la energía nuclear tiene dos expresiones:
a) Por
fisión: es la generada por la rotura del núcleo de un átomo, generalmente de
uranio, a partir de bombardearlo con electrones acelerados a altas velocidades,
y la conocemos desde el proyecto Manhattan, cuyo doloroso debut ocurrió en
Hiroshima. Altamente peligrosa en su operación (basta repasar los desastres de
Chernobyl y Fukushima, aparte de sus desastrosos usos militares), además de
generadora de residuos, cuya peligrosidad perdura por décadas sobre el planeta,
causando graves perturbaciones, entre ellas el incremento inusitado del cáncer.
b) Por
fusión: es la generada por la integración de dos átomos de elementos simples,
para constituir un átomo más complejo. Es la que genera la luz de las
estrellas, entre ellas, la de nuestro sol. Es de baja peligrosidad, no genera
residuos peligrosos y su consumo de materiales es mínimo. En suma, es la
energía ilimitada a costos bastantes razonables.
El experimento tiene su sede en un sitio denominado
Caradache, municipio de Saint-Paul-lez-Durance, en el sur de Francia, y cercano
a Marsella (ver Gráfica No. 1). Ahora bien: las metas de este proyecto son bien
ambiciosas: a) para 2025, esperan haber producido el primer estado de plasma
controlado, indispensable para llegar a la fusión nuclear; y b) para 2055,
esperan haber estabilizado el proceso para iniciar su producción en masa y su comercialización.
Lo anterior significa que, en el horizonte de poco más de
tres décadas, la humanidad estará entrando en el escenario de una plataforma
energética inspirada en las leyes del universo. Algo así como si cumpliéramos
el mito de Prometeo, de robarle la energía al sol. Desde ese escenario, veremos
cuán rudimentarios eran nuestros proyectos de plantas térmicas, de megapresas
hidroeléctricas, incluso de paneles solares y turbinas eólicas. El asunto es
que ya no se trata de ciencia ficción. Similares proyectos se están manejando
en China, a menor escala; ya Lockheed Martin, en los Estados Unidos, tiene en
marcha otro proyecto enfocado en desarrollar turbinas de avión impulsadas por
energía de fusión nuclear; y, finalmente, tenemos el proyecto del avión
Magnavem (del latín: ave grande) que puede apreciarse en la Gráfica No. 2. Llegaremos,
así, a la máxima expresión de la sostenibilidad energética de la humanidad y del
planeta.
GRÁFICA No. 2
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