SELLOS,
PREMIOS Y RECONOCIMIENTOS
¿Mérito o
negocio?
Pocos terrenos de la vida organizacional han sido tan
fértiles en producción de sellos, premios y reconocimientos, como la
responsabilidad social y el desarrollo sostenible. La experiencia, sin embargo,
ha venido a demostrarnos que poco de esta generosa abundancia corresponde a
méritos y logros reales. Por el contrario, mucho de ello obedece al mercadeo de
la imagen corporativa y, como tal, a un simple negocio, tanto para quien los
otorga como para quien los recibe. Quisiera aportar algunos criterios para dar
claridad en este intrincado bazar persa.
1. LOS SELLOS
Técnicamente, un sello es un símbolo comunicacional, que le
informa al ciudadano que el producto, servicio, proceso u organización
respectivos han sido sometidos a procesos de auditoría y certificación por un
organismo certificador acreditado legalmente para hacerlo, y con base en una
norma o estándar técnico igualmente reconocido.
Hay, pues, dos requisitos fundamentales para que un sello
pueda ser considerado auténtico: uno técnico y otro legal. Lo curioso es que,
en el mercado, circula un número importante de sellos que no reúnen dichos
requisitos: ni cuentan con un estándar técnico de respaldo, ni son otorgados
por una entidad legalmente autorizada para hacerlo. Son, pues, sellos
fraudulentos. El caso más conocido en nuestro medio colombiano es el sello o
certificación de responsabilidad social que la organización Fenalco Solidario
“otorga” (vende, realmente) a muchas organizaciones. Pero son decenas de ellos
por el estilo.
2. LOS PREMIOS
Funcionan a modo de concurso, al cual se autopostulan
diferentes organizaciones y suelen tener una periodicidad definida. Recomiendo
dividirlos en dos categorías:
a) Los
que son gratuitos. En éstos, la entidad otorgante del premio asume los costos
del proceso (comunicaciones, jurados, visitas, evento de entrega y recordatorio
–placa, estatuilla, pergamino u otro-). Son muy frecuentes en el sector gremial
y en el mundo de las ONG.
b) Los
que tienen costos. En éstos, la entidad que se postula debe pagar un importe
económico para financiar el proceso.
En ambos casos, conviene hacer algunas precisiones:
a) Se
da una gran heterogeneidad en el diseño de los procesos de otorgamiento. Desde
la total informalidad, hasta metodologías sumamente robustas y serias. Un buen
ejemplo colombiano es el premio Premio NEIG (Premio Nacional a la Excelencia y
la Innovación en la Gestión), que otorga anualmente la Corporación Calidad.
Tiene costo, su metodología tiene una estructuración de lujo y conforma jurados
altamente reconocidos.
b) Se
presenta un buen número de premios que sencillamente son negocios privados:
tienen costo y prácticamente los gana quien esté dispuesto a pagar por ellos.
Tal es el caso del conocido premio Best Place to Work.
c) Y,
por último, hay una gran confusión entre los conceptos de premio y
reconocimiento.
Como se ve, el de los premios es también un terreno
abundante en riesgos y engaños, aunque los hay serios.
3. LOS RECONOCIMIENTOS
No son un concurso, no tienen costo, las postulaciones las
hacen terceros, y su soporte es estrictamente moral: la reputación de quien lo
otorga es la que le confiere su valor. Se otorgan por liberalidad, ante logros
y méritos relevantes, públicamente conocidos y reconocidos. Tienen la función
de visibilizar socialmente modelos de desempeño imitables. De no ser por la
frecuente confusión entre reconocimiento y premio, así como por las malas
prácticas de las que están plagados los sellos y los premios, serían el modelo
ideal a seguir, al lado de los sellos auténticos.
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