sábado, 2 de junio de 2018

¿MÁS HIDROITUANGOS?
Por: Ramiro Restrepo González

La gravísima crisis presentada en el proceso de construcción de la represa Hidroituango, la más grande del país (se dice que suplirá el 17% de la demanda energética nacional), amerita una reflexión profunda sobre el rumbo que ha traído y el que deberá tomar Colombia en su desarrollo energético.

En los años 50, se tomó una decisión acertada en Antioquia, para el momento histórico: apostarle a la energía de origen hidroeléctrico en lugar del carbón. EPM (Empresas Públicas de Medellín) es, en buena parte, hija de esta apuesta estratégica. Y, a fe, que la ha honrado con demostrada y reconocida excelencia. Pero los momentos cambian y, con ellos, los contextos, las tecnologías, las tendencias, todo... Mis preguntas son: ¿no es hora de hacer nuevas apuestas?, ¿no debería ser Hidroituango la última gran hidroeléctrica que construya el país?, ¿no hay hoy mejores alternativas ya disponibles?, ¿no ha llegado a ser ya insostenible el futuro de proyectos faraónicos, que escapan a la capacidad de control humano?

En efecto, si revisamos las grandes represas, a lo largo y ancho del mundo, su historia es ya tan oscura y conflictiva como la historia de la minería tradicional: plagada de desastres sociales, ambientales y económicos. Para muestra, quiero ofrecerles algunos casos: 7, para no fatigar al lector, pero ya la lista es enciclopédica. Veamos:

§  Represa: Ukai. País: India. Año: 2006. Evento: mal proceso de desembalse para compensar las intensas lluvias del monzón. Causas: errores técnicos. Efectos: a) inundación masiva de campos y de la ciudad de Surat; b) 120 víctimas fatales, más de 4.000 cabezas de ganado desaparecidas, miles de viviendas destruidas y pérdidas económicas inmensas.

§  Represa: Bento Rodriguez. País: Brasil. Año: 2015. Evento: rotura de los muros de contención. Causas: saturación de residuos y lodos (la presa retenía los residuos de una megaobra de minería). Efectos: a) inundación del subdistrito de Bento Rodriguez y municipios aledaños; b) alta contaminación de cuerpos de agua por el vertimiento de residuos tóxicos, entre ellos, el del Rio Doce que suplía agua a más de 100 municipios, situación que aún no se ha superado y que no será superada en décadas.

§  Represa: Malpaset. País: Francia. Año: 1959. Evento: derrumbre del muro de contención. Causas: falla tectónica y deficientes estudios geológicos. Efectos: 421 víctimas fatales (destruyó dos pequeñas aldeas) y US$68 mlls.

§  Represa: San Francisco. País: Estados Unidos. Año: 1928. Evento: colapso del muro de contención. Causas: mal diseño. Efectos: inundaciones y más de 400 víctimas fatales.

§  Represa: Baqiao. País: China. Año: 1975. Evento: derrumbe de los muros de contención. Causas: fallas estructurales y lluvias intensas por el paso del tifón Nina. Efectos: más de 26.000 víctimas fatales, inundaciones y destrucción de miles de viviendas y de grandes áreas de cultivos.

§  Represa: Vajont. País: Italia. Año: 1963. Evento: desprendimiento masivo de tierra y lodo. Causas: presiones políticas para su terminación indujeron graves fallas técnicas. Efectos: destrucción total de la villa de Longarone y más de 2.000 víctimas fatales.

§  Represa: Sayano Shushenskaya. País: Rusia. Año: 2009. Evento: inundación de la sala de máquinas. Causas: sobreoperación para compensar el déficit creado por otra central que salió de servicio. Efectos: 75 víctimas fatales, 10 turbinas deterioradas y 3 destruidas, masivo vertimiento de aceite sobre el río Yenisei, y año y medio fuera de servicio (téngase en cuenta que esta central respondía por el 15% de la energía del país).

Todo ello sin contar las frecuentísimas inundaciones por procesos forzados de desembalse en épocas de invierno, los cuales ocurren anualmente en todo el planeta y en nuestro país. Y sin mirar los megaimpactos que, sobre las poblaciones y los ecosistemas, tienen estas obras faraónicas, tanto durante su construcción como durante su operación. Muchos estudios, incluso, ya cuestionan seriamente la inclusión de la energía hidroeléctrica en la categoría de energía limpia, toda vez que su generación de metano es de altas proporciones, siendo el metano uno de los más agresivos gases de efecto invernadero (GEI).

Ahora, con el desastre que se ha presentado en Hidroituango, y cuyos costos tendremos que asumir todos los colombianos, bien sea por errores de ingeniería o por “caprichos” de la naturaleza, bien vale volver a la pregunta: ¿sí es este el camino hacia el futuro?, ¿si esto ocurre en manos de una empresa con el historial de excelencia que puede exhibir EPM, qué no ocurriría en otras manos menos responsables?

Quiero ilustrar las nuevas alternativas con un ejemplo que me parece bien relevante. Acaba de inaugurarse (marzo-2018) la mayor planta solar del mundo en la India: se llama Shakti Sthala (ver Gráfica No. 1) y está localizada en la ciudad de Pavagada. Su costo: US$2.300 millones (un 42% de lo que nos está costando Hidroituango, o menos, si incorporamos los costos que tendrá el actual desastre). Su capacidad: 2.000 megavatios (versus 2.400 de Hidroituango; es decir, un 83%). Y todo ello sin expropiaciones (a los campesinos se les tomó en arriendo sus tierras), sin casi impactos negativos sobre los ecosistemas, y con bajísimo perfil de riesgos, tanto en su construcción como en su operación. ¿Admite esto comparación con lo que aquí queremos seguir haciendo? Y no hay que ir a la India: acá al lado, el vecino Brasil inauguró en septiembre pasado la planta de Pirapora, con capacidad para abastecer de energía a 420.000 hogares durante un año y con capacidad cercana a los 550 megavatios. Es, de lejos, la mayor planta solar, hasta ahora, en América Latina.

Gráfica No. 1

Y las alternativas no se agotan en la fuente solar. El portafolio de alternativas es ya de gran variedad. Algunas para ilustrar: a) geotérmica, aprovechando la vulcanología del país; b) microcentrales; c) maremotriz y undimotriz, aprovechando las condiciones especiales de la geografía chocoana; d) eólica, aprovechando las llanuras orientales y las costas; e) microcentrales a filo de agua; etc. Y todo ello sin contar con que ya la humanidad ha venido dando los primeros pasos concretos para llevar la generación de energía por fusión nuclear, de la ficción, a la realidad tecnológica de nuestras vidas, lo cual nos situaría en un escenario energético verdaderamente revolucionario en poco más de tres décadas (ver la nota: “ITER: ¿una revolución a la vuelta de la esquina?”, en este mismo Blog).

Finalmente, si analizamos el avance de Colombia en energías alternativas, especialmente la solar, ya que somos un país tropical con alta radiación solar, tenemos que decir que no hemos empezado ni a gatear. Sólo un proyecto de relativa envergadura, recién inaugurado por Celsia en Yumbo, puede decirse que marca el tímido inicio de un proceso alentador (ver Gráfica No. 2). Capacidad: 9.8 megavatios (¡por favor¡: no comparen con Shakti Sthala…), con lo cual puede abastecerse una población de 8.000 hogares. Modestísimo, pero prometedor inicio. Ojalá sea realmente un inicio.

Gráfica No. 2 



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