lunes, 6 de octubre de 2025

TRASPASAR LÍMITES: ¿AVENTURA O IRRESPONSABILIDAD?

La humanidad, en su inherente e irrenunciable afán de trascendencia, ha buscado siempre retarse a sí misma, llevándose a superar todo tipo de límites. En muchos casos, ello la ha conducido a aventuras maravillosas, que nos han abierto infinidad de posibilidades. Los ejemplos abundan: la conquista espacial, la llega a la cima del Everest y a la sima de las Fosas Marianas (los límites geográficos máximos), el desarrollo de medicamentos revolucionarios como la penicilina, los anestésicos y otros. Pero, en muchos otros casos, ese afán de trascendencia la ha conducido a traspasar los límites de la responsabilidad, individual y colectiva. Los ejemplos abundan también: el uso de alucinógenos, la experimentación en organismos vivos, la bomba atómica y muchos otros.

En los tiempos de hoy, vemos nuevos y peligrosos intentos de llevar la experiencia del límite, más allá de todo protocolo de seguridad, es decir, de forma totalmente irresponsable, y con el agravante de que ya se plantean a gran escala. Tres ejemplos resultan ilustrativos:

Primero: la edición genética

Una técnica, entre muchísimas asociadas a la ingeniería biológica (CRISPR o clustered regularly interspaced short palindromic repeats, como se le conoce), que nos conduce a lo que ya denominan como biomejoramiento humano. Esta técnica, que permite modificar la programación genética de un individuo, ofrece gigantescos beneficios potenciales en erradicación temprana, aún en estado fetal, de malformaciones, enfermedades y características no deseables de un ser vivo. Pero también tiene, hoy, todos los riesgos inherentes, aún no suficientemente conocidos y controlados. El médico chino He Jiankui, mediante edición genética, curó en 2018 el VIH congénito en dos gemelas, que aún no habían nacido. Tremenda, pero irresponsable hazaña, que le costó tres años de prisión[1]. ¿Hasta dónde es ético, y por tanto responsable, avanzar en esta ruta? ¿Es legítimo todo lo tecnológicamente posible?, ¿abriremos alegremente la puerta a los nuevos frankesteins?

Segundo: los deportes mejorados

Según reporta el diario digital The Conversation [2], “En mayo de 2026, se celebrarán en Las Vegas los Enhanced Games o Juegos Mejorados. Los atletas competirán en las modalidades de natación (50 m libres, 100 m libres, 50 m mariposa y 100 m mariposa); atletismo (100 m lisos y 110 m vallas) y halterofilia (arrancada y dos tiempos). Lo llamativo de esta cita deportiva es que, desde la organización, se incentiva el uso de sustancias dopantes, amparándose en que los atletas estarán sujetos a un exhaustivo control médico para asegurar su estado de salud y minimizar los riesgos asociados a la utilización de esas sustancias”.

Las autoridades mundiales del deporte ya se han pronunciado abiertamente en contra. Pero estos juegos ocurrirán y sentarán un peligroso precedente. ¿Hasta dónde vamos a llevar la metáfora del crecimiento, de la maximización de rendimientos, que ha sido el santo grial del modelo económico vigente, ya claramente obsoleto y en decadencia? Al biomejoramiento humano, sueño transhumanista, ahora le agregamos un nuevo desvarío, algo así como inventarnos el fracking en humanos.

Sentido de aventura, sí. Capacidad de soñar, incluso en utopías, sí. Coraje y osadía para explorar más allá de nuestras estrechas fronteras, sí. Pero, por favor, no perdamos el sentido de nuestra pequeñez y fragilidad; y, sobre todo, no perdamos el sentido de nuestra naturaleza esencial, que es el que siempre marcará los límites de todo emprendimiento humano.

Tercero: la guerra “inteligente”

El mejor laboratorio de desarrollo tecnológico, en la historia de la humanidad, ha sido la guerra. No gratuitamente: la tecnología ha sido un medio de dominación (de la naturaleza y de otros) al servicio del poder, cuyos equilibrios se dirimen en las guerras.

Y ese laboratorio está traspasando nuevas fronteras en la guerra entre Rusia y Ucrania. Así lo reportaba el medio digital Xatata[3]: “La escena tuvo lugar hace pocas semanas y fue un hecho sin precedentes en la historia militar. Las fuerzas ucranianas anunciaron que habían logrado capturar a soldados rusos sin emplear infantería humana” (subrayados propios). Es decir, drones equipados con inteligencia artificial habían definido, organizado y ejecutado la operación, de manera totalmente autónoma.

Esta guerra marca un punto de inflexión en la historia bélica. Las armas autónomas empiezan a hacer casi innecesarios a soldados y comandantes. Ahora serán simples artefactos tecnológicos los que tomarán decisiones de vida o muerte, captura o liberación de los propios seres humanos.

¿Cuáles son los protocolos de verificación y seguridad que nos asegurarán que tales decisiones autónomas estén alineadas con la ética humana? (si es que se puede hablar de ética en un campo de batalla). Por ejemplo: ¿quién nos asegura que se respetará el derecho internacional humanitario en una guerra autónoma? La pregunta se torna dramática, cuando vemos múltiples señales del precario desarrollo que la inteligencia artificial ofrece aún, a pesar de tanto tecnófilo que pulula en la opinión pública. Por ejemplo, recientemente el Center for AI Safety de la Unión Europea nos reportó (agosto, 2025) que la tasa de alucinación de ChatGPT-4.0 era del 15,8 %, aparte de un preocupante panorama de riesgos, cada vez más evidentes[4]. La amenaza de que una potencia tecnológica (pública o privada) paralice totalmente un país, dejando inoperativa toda su infraestructura (bancaria, de salud, gubernamental, informativa, aérea, logística…) está sencillamente a la vuelta de la esquina. Recientemente, por ejemplo, el avión que transportaba a la presidente de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, debió aterrizar de emergencia por un sabotaje ruso a su sistema de GPS[5]; y ya varios aeropuertos europeos han debido cerrar operaciones en varios episodios de invasión de drones autónomos, presumiblemente de procedencia rusa.

RamiroR.

Octubre de 2025


[1]    https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC6724388/.

[2]    https://theconversation.com/los-juegos-del-dopaje-libre-las-vegas-acogera-en-2026-la-cita-mas-  peligrosa-de-la-historia-del-deporte-261696.

[3]    https://www.xataka.com/magnet/cada-vez-hay-soldados-guerra-ucrania-no-hacen-falta-maquinas-se-coordinan-deciden-cuando-atacar

[4]    https://safe.ai/ai-risk.

[5]    https://cnnespanol.cnn.com/2025/09/01/mundo/avion-von-der-leyen-presunta-interferencia-rusa-trax.

NO AL MALTRATO ANIMAL

Según el diario digital INFOBAE[1], “El 4 de septiembre de 2025, el alto tribunal (la Corte Constitucional) dejó en firme la Ley 2385 de 2024, conocida como la Ley No Más Olé, que prohíbe las corridas de toros en el país (Colombia); y, además, ordenó la restricción total de las cabalgatas, los toros coleados, las corralejas y las peleas de gallos”. Posteriormente, la misma Corte aclararía la restricción a las cabalgatas, sin incluir su prohibición, pero manteniendo su estricta reglamentación. Sensatas decisiones, que se dilataron varios años, ante la presión judicial de los negociantes del espectáculo en el país.

No soy taurófilo ni antitaurino, como lo expresé en este mismo blog hace unos años. Pero me parecen saludables las decisiones de la Corte. Del lado antitaurino, cito mi anterior escrito, para evidenciar el origen real de esta práctica: “el ser humano es un animal ritual y simbólico, necesitado y capaz de construir experiencias estéticas significativas aún desde la tragedia y, por supuesto, desde la muerte misma −quizás para exorcizarla− y que así lo ha hecho a lo largo de toda la historia, en campos bien diversos a los mismos ruedos. O ¿qué decir del Guernica de Picasso, de La Balsa de Gericault, de La Pietá de Miguel Ángel?”.

Y del lado antitaurino, cito este otro aparte del mismo escrito: “el ser humano tiene la capacidad de sublimarse y abstraerse hasta habitar plenamente lo simbólico y que esa es la esencia más íntima de su trashumancia por la vida. Que, en virtud de tal, por lo tanto, a la estética asociada a la fiesta brava le espera un estadio de desarrollo en el que podrá y llegará a disfrutarse plenamente sin púas, sin burla y sin estoque”.

Y, aunque me decanto finalmente por esta segunda opción: un espectáculo taurino digno del siglo XXI y sacado por fin de la terrible edad sacrificial de la civilización humana, los señores del espectáculo (taurino o gallístico) nunca han encontrado esa vía aceptable. Sus primitivas mentes no se los permitirán, para infortunio de ellos mismos.

RamiroR.

Octubre de 2025

[1]    https://www.infobae.com/colombia/2025/09/04/no-habra-mas-corridas-de-toros-la-corte-   constitucional-ratifico-decision-de-restringir-practicas-violentas-con-animales/

 

¿Y LA CALIDAD HUMANA, LA CALIDAD DE VIDA Y LA CALIDAD ÉTICA?

Completamos ya un siglo hablando de CALIDAD. Desde el básico control de calidad, hasta los actuales modelos de excelencia en la gestión (ver, por ejemplo, el modelo NEIG[1], un excelente modelo de gestión, liderado por la Corporación Colombiana de la Calidad, quizás el mejor que conozco). En la siguiente gráfica, el lector podrá recorrer, de un solo golpe de vista, la historia de la calidad.


De acuerdo. Ha sido una historia tachonada de logros y avances. Y así estoy seguro que seguirá siendo. Con una sola observación quizás: en momentos disruptivos, como el que vivimos, el mejoramiento deja de tener vigencia y cede su paso a la innovación. En contravia, he visto organizaciones tan apegadas a sus modelos de gestión (procesos, protocolos, indicadores, requisitos, estándares…) que más parecen momias egipcias organizacionales: inamovibles, burocratizadas, rígidas y esclerotizadas. No les espera un buen final.

Pero mi pregunta va en otra dirección: ¿y la calidad humana, la calidad de vida y la calidad ética dónde han quedado en el campo de la gestión de organizaciones? Brillan sencillamente por su ausencia, excepto la hueca retórica de todos los tiempos. Pero poco o nada de marcos de actuación, de legislación y estándares susceptibles de verificación y evidencia. Además, con carácter vinculante. Todo ha venido quedando en el campo de la volátil buena voluntad. Mucho me temo que estos tiempos del voluntarismo y el buenagentismo están por terminar. Es curioso observar el inveterado desequilibrio de nuestra sociedad: casi toda la normativa social, y buena parte de la ambiental, es voluntaria, mientras que casi toda la normativa económica es vinculante, es decir, de obligatorio cumplimiento. Son tiempos ya caducos.

Y esto pone en el foco el sensible concepto de la libertad de empresa. Libertad, sí; pero ahora hablaremos de libertad responsable. Es decir, libertad con límites. Y esto no parece ser del gusto de muchos, por lo que el cambio no será posible sin presión externa. Así se lo plantea Joseph Stiglitz, premio nobel de economía, en reciente entrevista: “Si pudiera cambiar la conversación sobre lo que los republicanos llaman libertad —hacer lo que uno quiera sin importar las consecuencias—…”[2], confiesa con cierta desesperanza. Detrás de esta desesperanza está una larga historia de abusos y corrupción corporativa, que de tanto en tanto estalla en titulares en los medios. ¿Nos hemos preguntado cuántos abusos se han cometido en nombre de la libertad?

Pero detrás de esa desesperanza se esconde otra realidad más silenciosa, que pasa desapercibida para el ciudadano medio, a pesar del altísimo costo social y ambiental que significa. Se trata de lo que los economistas denominan hace rato como externalización de costos. Algo tan elemental como aquellos costos (sociales, económicos y ambientales) que los empresarios eluden, trasladándolos, o bien al cliente, o bien a la comunidad. Ejemplos muy simples de ello: a) contaminamos las aguas en nuestros procesos productivos, pero las devolvemos a la red pública sin tratarlas, para que la sociedad se haga cargo de recuperarlas; b) invadimos los espacios públicos con publicidad que, muchas veces, está plagada de estereotipos, sesgos culturales y mensajes adictivos…, sin preocuparnos de su impacto cultural negativo, lo que ya los expertos denominan nuestro brain footprint, que es tal vez la contaminación más perversa que conozco.

Conclusión:

No, la libertad no puede seguir obedeciendo al ideal trumpista republicano. La libertad hay que ejercerla dentro de límites, y esos límites son hoy más perentorios que nunca, dada la policrisis social y planetaria que hemos causado por precisamente excederlos sistemáticamente a lo largo ya de centurias. Nuestro modelo económico y nuestro contrato social vigentes urgen reformas de fondo en esta dirección. Tendremos entonces más calidad de vida que nivel de vida, más calidad humana que calidad tecnocrática y más ética que retórica.

RamiroR.

Octubre de 2025


[1]    Premio Nacional a la Excelencia y la Innovación en la Gestión. Ver ACÁ.

[2]    Herrera-Beaumont, E. «Tenemos ahora una oligarquía destruyendo las reglas del juego». Ethic, España.           Septiembre 8 de 2025. Ver ACÁ.

 

lunes, 22 de septiembre de 2025

¿ES LA COMPETITIVIDAD UN CONCEPTO OBSOLETO?

En octubre de 2013 publiqué, en la primera etapa de este blog, una nota titulada El PIB es una medida obsoleta del desarrollo. Esta es, digamos, su segundo capítulo. Tengo la firme convicción de que ambos conceptos son económica, social y políticamente obsoletos. Ya la comunidad mundial está dando muestras de entenderlo y ha empezado así a diseñar una nueva medida del desarrollo, para remplazar el PIB. Pero el concepto de competitividad sigue ahí, inalterado, regulando la lógica real de los negocios, la política pública y el flujo mundial de capitales. Entiendo que sea difícil entender y, sobre todo, aceptar la transición. Buscaré aportar argumentos, dirigidos a personas sensatas y dispuestas. Ya sabemos, como lo decía Al Gore (Una verdad incómoda), que es muy difícil hacer que alguien entienda algo, cuando su salario depende de no entenderlo.

Despejemos primero el terreno o, mejor, los miedos. Esta obsolescencia no significa que las empresas, ahora, deban renunciar a tener una visión poderosa de su futuro, una dinámica viva y renovada de sus procesos y estrategias, una disposición a estarse reinventando para responder a los retos de cada momento… No significa, seamos rotundos, renunciar a crear cada vez más valor para sus stakeholders, entre ellos, sus accionistas.

Pero seamos también claros: todo eso también puede lograrse con otra visión de los negocios, con otras estrategias y prácticas. Es decir, más que renunciar al qué de los negocios, se trata de ampliar esos qués y buscar nuevos cómos, para expresarlo de la manera más pedagógica. Y esos nuevos qués y cómos tienen hoy un nuevo nombre: sostenibilidad.

Pero la sostenibilidad no es un agregado a la competitividad; no es un retoque cosmético a esta. En absoluto. Es una manera radicalmente diferente de entender y conducir las organizaciones y los negocios. Y mucho me temo que no lo hemos entendido en su verdadera profundidad. Por eso, todo el discurso de sostenibilidad que hoy escuchamos en boca de los hombres de negocios es pura palabrería para la tribuna, discurso hueco sin un correlato real. Social o green washing lo denominan ya. Tan crudo como eso. Porque no han entendido. Tan simple como eso. Veamos un esquema, que nos puede ayudar, sobre lo que entiendo por competitividad versus lo que entiendo por sostenibilidad.

La gráfica siguiente ilustra doce variables de negocios, con su significado en un mundo y su significado en el otro. El lector llegará fácilmente a una primera conclusión: se trata de significados incompatibles: o se busca el uno o se busca el otro, pero no resulta posible conjugarlos sin desnaturalizarlos, que es lo que hace la chapucera literatura gerencial de supermercado actualmente.

Entendamos que la competitividad ancla su esencia en la maximización de rendimientos, como premisa fundacional. Y esa premisa es la que subyace a toda política pública vigente actualmente, expresada globalmente en el modelo de desarrollo vigente. He ahí, en esa máxima fundacional y en ese modelo económico, las causas fundamentales de la policrisis social y planetaria que nuestra sociedad global confronta hoy. A eso conducen esa máxima y ese modelo. Como bien lo expresara Manfred Max-Neef: El mundo en ruta de colisión[1].


El modelo de competitividad, de maximización de rendimientos, aparte de la policrisis social y planetaria que ya está produciendo, nos ha introducido en lo que ya el filósofo surcoreano Byung Chul-Han bautizó como La sociedad del cansancio, de la cual son rasgos distintivos el burnout crónico, “la gran renuncia” y otros síntomas sociales que ya percibimos globalmente.

La coyuntura que vive nuestra sociedad global contemporánea no es simple. Estamos ante la mayor encrucijada que hayamos enfrentado colectivamente en centurias. Pero con las mismas características: es una coyuntura cuyo trámite será turbulento, no exento de violencia y acompañado de fuertes luchas políticas. Pero lo que sí es claro es que el modelo economicista de la era industrial ha agotado sus posibilidades y ya está resultando más dañino que benéfico. En parte se desmoronará por sus propias lógicas, pero en parte deberá ser demolido, en un tránsito complejo que nos espera en estas próximas décadas.

 

Ramiro Restrepo González

Septiembre de 2025



[1]    Max-Neef, M. El mundo en ruta de colisión. Conferencia dictada en la Universidad Internacional de Sevilla: diciembre de 2009. Ver ACÁ en video y ACÁ en texto.

POR QUÉ LA TECNOLOGÍA NO SERÁ LA SOLUCIÓN

El imberbe oligarca del capitalismo digital, Sam Altman, acaba de declarar: “¿Dios existe? Hay algo que la física no puede explicar y la IA lo va a resolver”[1]. No me sorprendió, dada la fuente. Pero jamás había escuchado una sandez de semejantes proporciones. A eso hemos llegado: a creer, a pie juntillas, que la tecnología resolverá todos los problemas existentes y por venir. Es el más puro ilusionismo tecnológico, que silenciosamente se ha venido instalando en nuestra cultura.

No. La tecnología no nos va a resolver todos los problemas. Por supuesto que nos ayudará a resolver una infinidad maravillosa e incalculable de ellos. Pero dos asuntos debemos tener claros:

1.    No todos los problemas son sujetos de una solución de tipo tecnológico. Y no lo son, por la sencilla razón de que su naturaleza no es instrumental sino ética, axiológica u ontológica; pertenecen a la noósfera (en el sentido teilhardiano).

2.    La tecnología puede llegar a crearnos más problemas de los que nos resuelva. Por otra sencilla razón: porque la tecnología no es neutral y su efectividad (eficacia y eficiencia) dependerá siempre de quién la gobierna. El ejemplo más clásico es la energía nuclear: nos condujo, tanto a la construcción de centrales y terapias nucleares, como a la construcción y uso de las armas nucleares. ¿Paz o guerra? Quienes gobiernan la tecnología lo han decidido y lo seguirán haciendo.

Puedo ofrecer innumerables argumentos empíricos para evidenciar estas simples afirmaciones que el ilusionismo tecnológico nos oculta esmeradamente. Me limitaré, por razones de espacio, a cinco argumentos.

Argumento 1:

La tecnología de control de tráfico (cámaras, radares…). La más simple. Efectivamente nos penaliza diversas conductas: exceder la velocidad permitida, no usar el cinturón de seguridad, circular en días y horarios restringidos, etc. Pero, frente a esta tecnología, cada conductor tiene también a su disposición sencillas aplicaciones (gracias a la misma tecnología) que le advierten anticipadamente la presencia de tales controles de circulación. Y, frente a ello, desarrolla dos tipos de mirada y conducta:

a)    La del conductor responsable, que verá en dichas advertencias un oportuno y útil recordatorio periódico sobre las condiciones de conducción seguras y, en tal sentido, se ajustará a ellas en la totalidad de sus recorridos.

b)    La del conductor irresponsable (definición: irresponsable es un estúpido cuya nula capacidad de pensamiento le hace creerse inteligente), que adecuará su conducción a condiciones seguras solo cuando escucha la advertencia y por una motivación meramente utilitarista: evitar una multa. En el resto del recorrido, conducirá fuera de toda norma sin preocuparse.

Argumento 2: 

La edición genética.  Ya está aquí, de la mano de la tecnología CRISPR-Cas9. Y llegó con promesas de todo tipo: desde curar todo tipo de enfermedades congénitas o potenciales, antes aún de que se desarrollen (desde el vientre materno, incluso), hasta diseñar organismos vivos según requerimientos. Sin lugar a dudas, un horizonte de fantasía, que nos pone a soñar con el alargamiento de la vida saludable hasta horizontes impensables antes. Ya, con razón, los transhumanistas empiezan a hablar del advenimiento de la inmortalidad. Y dos miradas empiezan a perfilarse:

a)    La que yo denominaría mirada profiláctica, es decir, aquella movida y enfocada en el objetivo de preservar de la enfermedad o, lo que es lo mismo pero mejor, de promover la salud de los organismos vivos.

b)    Y la que denomino mirada frankesteiniana, es decir, aquella movida y enfocada en el objetivo de mejorar desmedidamente al ser humano, sobrepasando todo límite de responsabilidad científica, en un ejercicio de ambición abiertamente desmedida.

Argumento 3:

El metaverso. Desarrollado a partir de las tecnologías de realidad aumentada (AR) y la realidad (VR), es esa especie de mundo paralelo en el que se nos invitará a instalarnos, a falta de otro planeta mejor en el cual vivir (este ya casi logramos destruirlo). Cuando su realidad se haya asentado en la vida cuotidiana de millones de ciudadanos, veremos con seguridad dos visiones bien diferentes al respecto:

a)    De un lado, ejércitos de adictos, desconectados de la realidad y de las relaciones personales; quizás los mismos ejércitos de las actuales redes sociales que ya no interactuarán horas y horas con ellas, sino que se internarán inmersivamente en sus laberintos. Tendrán mascotas virtuales, se enamorarán de uno u otro avatar, harán el amor y elaborarán sus duelos en realidad aumentada. Algo así como los zombies de la era digital.

b)    De otro lado, miles de personas para quienes el metaverso será solo un laboratorio más, para modelar experimentos, extraer datos, intercambiar información, consolidar transacciones... Pero solo eso, una poderosa herramienta más, para usos específicos. En estos pocos miles de seres humanos, primará la sensatez de una vida real, con sentido y libertad.

Argumento 4:

La Inteligencia de las Cosas (IoT). Ya empezamos a vernos rodeados de cosas "inteligentes" que, además de realizar tareas específicas de manera semiautónoma, aprendiendo a mejorarlas cada vez, se comunican entre sí y con nosotros. Pronto, nuestra oficina y nuestro hogar nos recibirán, al entrar en ellos, con un soberbio parloteo, que continuará a través de nuestro "celular”, cuando salgamos nuevamente de ellos. Se habrá completado así, quizás, el proceso de deslocalización total de la vida. Frente a este panorama asombroso, tendremos igualmente dos versiones de cultura:

a)    La del dolce far niente, en su máxima refinación imaginable: una segunda ola de la sociedad de consumo, que nos rodeará de más y más abalorios “inteligentes” con el único propósito de que nos releven de infinidad de tareas, que encontramos fatigantes. Caeremos así en la total inactividad, para dedicarnos a buenas playas, desenfrenados jolgorios, largos viajes… Habremos confundido ocio con diversión y habremos entrado en la sociedad del hartazgo. Será la tendencia mayoritaria.

b)    La del ocio creativo: aquellas cosas en las que seguramente pensaba Wilde, cuando escribió La importancia de no hacer nada. Quizás el retorno a lo que nos hace verdaderamente humanos: la noble tarea del pensar, desplegada en infinidad de iniciativas, para las que antes quizás solo unos pocos tenían tiempo disponible. Dejaremos así atrás esa “época en la que las gentes son tan laboriosas que se han vuelto rematadamente estúpidas” (Wilde, op. cit.). Cuando ello ocurra, podremos recuperar más fácilmente el sentido del hacer, la sacralidad de lo cuotidiano y será la sociedad de la creatividad plena, una “era de luz y libertad” la llaman Arbib y Seba[2].

Argumento 5:

Los agentes de IA. Los nuevos “ciudadanos”. Esas complicadas infraestructuras de software y hardware, capaces de realizar autónomamente tareas complejas sin supervisión humana. Algo así como Diella, la nueva ministra argelina, una IA agéntica, que ha sido puesta como la responsable de toda la contratación pública del país, en una curiosa apuesta anticorrupción del gobernante partido socialista. Aparte de dilemas ya planteados en las 4 tecnologías ya reseñadas, tendremos igualmente dos visiones:

a)    La tecnooptimista o tecnoilusa, tan de moda actualmente: asumir que todos los problemas, incluida la corrupción (caso Argelia), los resolveremos con agentes de IA y demás tecnologías, en la arcadia del metaverso.

b)    La visión tecnopragmática, tan escasa hoy: entender que problemas como la corrupción no se resuelven con tecnología, sino con gobernanza. Que la tecnología, por prometedora que sea, y actualmente lo es en grado sumo, solo será un medio, al servicio de unos fines que solo el ser humano puede definir y gobernar.

En conclusión:

Agreguemos antes que todas las anteriores tecnologías se potenciarán ad infinitum, no solo por el desarrollo natural sino por el advenimiento de la computación cuántica, a la vuelta de una o dos décadas.

Pero, por encima de cualquier consideración, pretender humanizar la tecnología seguirá siendo tan estúpido como la socorrida costumbre de humanizar nuestras mascotas. No. La tecnología pertenece al mundo de las cosas. Es y será tarea de los seres humanos hacer de ella un manejo humano, es decir, con sentido, al servicio de fines nobles, en función del bien común. Y esta tarea es y será indelegable. El problema es que estos propósitos no serán posibles con personas “rematadamente estúpidas”, como las llamara Wilde. Y, a juzgar por las palabras del señor Altman al inicio, es el tipo de personas que tenemos al frente de la gobernanza global de la tecnología.

Ramiro Restrepo González

Septiembre de 2025

[1]    Figueroa R, Diana V. Sam Altman, CEO de ChatGPT: ‘¿Dios existe? Hay algo que la física no puede explicar y la IA va a resolver’. El Tiempo, Colombia: septiembre 15-25.

[2]    Arbib, J. y Seba, T. Rethinking Humanity. Junio de 2020, ACÁ y ACÁ.

domingo, 7 de septiembre de 2025

ESTAMOS DE REGRESO

Después de un prolongado silencio, este Blog regresa. Espero lo encuentren de interés. Mi pausa se debió a que me absorbió la escritura de varios libros (justo acaba de publicarse mi séptima producción). 

Ahora, quisiera acompasar la escritura de mi octavo libro con notas frecuentes en el presente medio, como un ejercicio de una actividad que me apasionado: entender la vida y la historia, escribiéndola.

De mi producción editorial, les comparto los avances logrados hasta ahora:

Responsabilidad social: nueva teoría, nuevas prácticas. Editorial Icontec.
Marketing Responsable. Editorial Universidad Pontificia Bolivariana.
De Hominis: claves del desarrollo humano. Editorial Icontec.
Desarrollo sostenible versus cuarta revolución industrial: oportunidades y amenazas. Editorial Icontec.
De la gerencia a la dirigencia: poder, dirección y liderazgo. Sello Editorial Quirama.
Reflexiones en tiempos de crisis. Edición privada.
El fascinante poder de la incertidumbre: aproximación a un nuevo orden civilizatorio. Editorial Icontec.

TRASPASAR LÍMITES: ¿AVENTURA O IRRESPONSABILIDAD?

La humanidad, en su inherente y legítimo afán de trascendencia, ha buscado siempre retarse a sí misma, llevándose a superar todo tipo de límites. En muchos casos, ello la ha conducido a aventuras maravillosas, que nos han abierto muchas posibilidades. Los ejemplos abundan: la conquista espacial, la conquista del Everest y de las Fosas Marianas (los límites geográficos máximos), el desarrollo de medicamentos revolucionarios como la penicilina, los anestésicos y otros. Pero, en muchos otros casos, ese afán de trascendencia la ha conducido a traspasar los límites de la responsabilidad, individual y colectiva. Los ejemplos abundan también: el uso de alucinógenos, la experimentación en organismos vivos, la bomba atómica y muchos otros.

En los tiempos de hoy, vemos nuevos y peligrosos intentos de llevar la experiencia del límite, más allá de todo protocolo de seguridad, es decir, de forma totalmente irresponsable, y con el agravante de que ya se plantean a gran escala. Tres ejemplos resultan ilustrativos:

Primero: la edición genética

Una técnica, entre muchísimas asociadas a la ingeniería biológica (CRIPR o clustered regularly interspaced short palindromic repeats, como se le conoce), que nos conduce a lo que ya se conoce como biomejoramiento. Esta técnica, que permite modificar la programación genética de un individuo, ofrece gigantescos beneficios potenciales en erradicación temprana, aún en estado fetal, de malformaciones, enfermedades y características no deseables de un ser vivo. Pero también tiene, hoy, todos los riesgos inherentes, aún no suficientemente conocidos y controlados. El médico chino He Jiankui, mediante edición genética, curó en 2018 el VIH congénito en dos gemelas, que aún no habían nacido. Tremenda, pero irresponsable hazaña, que le costó tres años de prisión[1]. Este año la ONG de investigación Kheiron Biotech, de Argentina, clonó varios ejemplares equinos del campeón de Polo Pureza, con el fin de mantener la racha de premios, según reseña el medio digital Nature Briefing (septiembre de 2025). Y los ejemplos siguen. ¿Hasta dónde es ético, y por tanto responsable, avanzar en esta ruta, sin las seguridades mínimas? ¿Es legítimo todo lo tecnológicamente posible?

Segundo: los deportes mejorados

Según reporta el diario digital The Conversation [2], “En mayo de 2026, se celebrarán en Las Vegas los Enhanced Games o Juegos Mejorados. Los atletas competirán en las modalidades de natación (50 m libres, 100 m libres, 50 m mariposa y 100 m mariposa); atletismo (100 m lisos y 110 m vallas) y halterofilia (arrancada y dos tiempos). Lo llamativo de esta cita deportiva es que, desde la organización, se incentiva el uso de sustancias dopantes, amparándose en que los atletas estarán sujetos a un exhaustivo control médico para asegurar su estado de salud y minimizar los riesgos asociados a la utilización de esas sustancias”.

Las autoridades mundiales del deporte ya se han pronunciado abiertamente en contra. Pero estos juegos ocurrirán y sentarán un peligroso precedente. ¿Hasta dónde vamos a llevar la metáfora del crecimiento, de la maximización de rendimientos, que ha sido el santo grial del modelo económico vigente, ya claramente obsoleto y en decadencia? Al biomejoramiento humano, sueño transhumanista, ahora le agregamos un nuevo desvarío, algo así como inventarnos el fracking en humanos.

Sentido de aventura, sí. Capacidad de soñar, incluso en utopías, sí. Coraje y osadía para explorar más allá de nuestras estrechas fronteras, sí. Pero, por favor, no perdamos el sentido de nuestra pequeñez y fragilidad; y, sobre todo, no perdamos el sentido de nuestra naturaleza esencial, que es el que siempre marcará los límites de todo emprendimiento humano.

Tercero: la guerra “inteligente”

El mejor laboratorio de desarrollo tecnológico, en la historia de la humanidad, ha sido la guerra. No gratuitamente: la tecnología ha sido un medio de dominación (de la naturaleza y de otros) al servicio del poder, cuyos equilibrios se dirimen en las guerras.

Y ese laboratorio está traspasando nuevas fronteras en la guerra entre Rusia y Ucrania. Así lo reportaba el medio digital Xatata [3]: “La escena tuvo lugar hace pocas semanas y fue un hecho sin precedentes en la historia militar. Las fuerzas ucranianas anunciaron que habían logrado capturar a soldados rusos sin emplear infantería humana” (subrayados propios). Es decir, drones equipados con inteligencia artificial habían definido, organizado y ejecutado la operación, de manera totalmente autónoma.

Esta guerra marca un punto de inflexión en la historia bélica. Las armas autónomas empiezan a hacer casi innecesarios a soldados y comandantes. Ahora serán simples artefactos tecnológicos los que tomarán decisiones de vida o muerte, captura o liberación de los propios seres humanos.

¿Cuáles son los protocolos de verificación y seguridad que nos asegurarán que tales decisiones autónomas están alineadas con la ética humana? (si es que se puede hablar de ética en un campo de batalla). La pregunta se torna dramática, cuando vemos múltiples señales del precario desarrollo que la inteligencia artificial ofrece aún, a pesar de tanto tecnófilo que pulula en la opinión pública. Por ejemplo, recientemente el Center for AI Safety de la Unión Europea nos reportó (agosto, 2025) que la tasa de alucinación de ChatGPT-4.0 era del 15,8 %, aparte de un preocupante panorama de riesgos, cada vez más evidentes [4]. La amenaza de que una potencia tecnológica (pública o privada) paralice totalmente un país, dejando inoperativa toda su infraestructura (bancaria, de salud, gubernamental, informativa, aérea, logística…) está sencillamente a la vuelta de la esquina. Recientemente, por ejemplo, el avión que transportaba a la presidente de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, debió aterrizar de emergencia por un sabotaje ruso a su sistema de GPS [5].

RamiroR.

Septiembre 2025


[1]    https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC6724388/,

[2]    https://theconversation.com/los-juegos-del-dopaje-libre-las-vegas-acogera-en-2026-la-cita-mas-peligrosa-de-la-historia-del-deporte-261696.

[3]    https://www.xataka.com/magnet/cada-vez-hay-soldados-guerra-ucrania-no-hacen-falta-maquinas-se-coordinan-deciden-cuando-atacar

[4]    https://safe.ai/ai-risk.

[5]    https://cnnespanol.cnn.com/2025/09/01/mundo/avion-von-der-leyen-presunta-interferencia-rusa-trax.

NO AL MALTRATO ANIMAL

Según el diario digital INFOBAE (1), “El 4 de septiembre de 2025, el alto tribunal (la Corte Constitucional) dejó en firme la Ley 2385 de 2024, conocida como la Ley No Más Olé, que prohíbe las corridas de toros en el país (Colombia), y, además, ordenó la restricción total de las cabalgatas, los toros coleados, las corralejas y las peleas de gallos”. Posteriormente, la misma Corte aclararía la restricción a las cabalgatas, sin incluir su prohibición, pero manteniendo su estricta reglamentación. Sensatas decisiones, que se dilataron varios años, ante la presión judicial de los negociantes del espectáculo en el país.

No soy taurófilo ni antitaurino, como lo expresé en este mismo blog hace unos años. Pero me parecen saludables las decisiones de la corte. Del lado antitaurino, cito mi anterior escrito, para evidenciar el origen real de esta práctica: “el ser humano es un animal ritual y simbólico, necesitado y capaz de construir experiencias estéticas significativas aún desde la tragedia y, por supuesto, desde la muerte misma –quizás para exorcizarla- y que así lo ha hecho a lo largo de toda la historia, en campos bien diversos a los mismos ruedos. O ¿qué decir del Guernica de Picasso, de La Balsa de Gericault, de La Pietá de Miguel Ángel?

Y del lado antitaurino, cito este otro aparte del mismo escrito: “el ser humano tiene la capacidad de sublimarse y abstraerse hasta habitar plenamente lo simbólico y que esa es la esencia más íntima de su trashumancia por la vida. Que, en virtud de tal, por lo tanto, a la estética asociada a la fiesta brava le espera un estadio de desarrollo en el que podrá y llegará a disfrutarse plenamente sin púas, sin burla y sin estoque”.

Y, aunque me decanto finalmente por esta segunda opción: un espectáculo taurino digno del siglo XXI y sacado por fin de la terrible edad sacrificial de la civilización humana, los señores del espectáculo (taurino o gallístico) nunca han encontrado esa vía aceptable. Sus primitivas mentes no se los permitirán, para infortunio de ellos mismos.

RamiroR.

Septiembre de 2025


[1] https://www.infobae.com/colombia/2025/09/04/no-habra-mas-corridas-de-toros-la-corte-constitucional-ratifico-decision-de-restringir-practicas-violentas-con-animales/

 

martes, 9 de abril de 2019


LOS MEDIOS AL SERVICIO DE LOS OLIGOPOLIOS

Un vergonzoso caso de censura a la libertad de expresión, para proteger los intereses económicos de los grandes oligopolios, acaba de ser resuelto positivamente por la Corte Suprema de Justicia de Colombia.

Una prestigiosa organización sin ánimo de lucro, llamada Red Papaz, que trabaja por la defensa de los derechos de los niños, diseñó y quiso poner al aire, en horario infantil, un mensaje televisivo de 30 segundos, tipo spot publicitario, bajo el nombre “No comas más mentiras”, con el fin de prevenir en los niños el consumo de comida chatarra (gaseosas, bebidas azucaradas, cereales, papas fritas y, en general, alimentos ultraprocesados).

Los canales privados de la televisión colombiana Caracol TV y RCN TV se negaron categóricamente a emitirlo, aduciendo falta de evidencia y soporte científicos, a pesar de ser un mensaje pagado a tarifa comercial.

La organización Red Papaz interpuso una tutela que fue fallada a favor de ésta por un juzgado de primera instancia; ante la apelación, fue fallada en segunda instancia por el tribunal; y, ahora, seguramente bajo un proceso de revisión, acaba de ser nuevamente fallada a favor por la Corte Suprema de Justicia. Este fallo obliga a los canales mencionados a emitir dicho mensaje publicitario, sin restricción alguna: en los horarios y frecuencias solicitados por Red Papaz y sin alteración alguna de sus contenidos originales. Acá puede el lector apreciar el mensaje.

Lo que no informan los medios es que el mismo dueño del canal RCN TV es el propietario de la mayor empresa de gaseosas del país, al lado de Cocacola. Se trata del señor Carlos Ardila Lülle, dueño del canal y de la embotelladora Postobón S. A., así como de al menos 5 organizaciones ligadas a la producción y comercialización de azúcar y de suministros químicos para la industria de las gaseosas.

Es palmariamente obvio que un mensaje televisivo como el censurado resulta en publicidad negativa para el corazón de los negocios de este emporio empresarial del azúcar y las gaseosas. No se trata, pues, de falta de evidencia científica, sino de censura abierta para proteger los intereses económicos de un particular, poniéndolos por encima del bienestar colectivo.

Pero, curiosamente, este mismo canal le ofreció un despliegue publicitario de primer plano al lanzamiento y comercialización de una nueva bebida azucarada, de nombre Kufu, que este grupo empresarial empezó a comercializar entre los niños de las comunidades indígenas de la Guajira colombiana durante el segundo semestre del año 2017. Como se sabe, esta población no es consumidora de bebidas azucaradas comerciales y presenta alarmantes grados de desnutrición infantil. Se consideran además como población vulnerable, calificativo que se magnifica en su población infantil. Pues bien, bajo la fachada de una falsa causa social (contribuir a la nutrición de los niños indígenas Wayú), esta organización lo que hizo fue realmente promover el consumo de bebidas azucaradas en una sociedad no consumidora. Ampliación de mercados, cruda y llanamente. El concepto técnico emitido por la Sociedad Colombiana de Pediatría fue contundente sobre las pretendidas propiedades nutricionales de este producto. Dijo así, en su comunicado público: “no contiene los micronutrientes esenciales como el calcio y el hierro para mejorar la nutrición infantil en esta región”. Y remató con total contundencia: “Vemos con gran preocupación que se lancen bebidas como estas, que se presentan como contribuciones a la seguridad alimentaria, por parte de industrias con intereses en promover el consumo de bebidas consideradas no saludables”. Lo llamativo es que este tipo de iniciativas se enmarquen dentro del llamado “plan estratégico de responsabilidad social” de esta organización. ¡Sin comentarios!

viernes, 30 de noviembre de 2018


SELLOS, PREMIOS Y RECONOCIMIENTOS
¿Mérito o negocio?

Pocos terrenos de la vida organizacional han sido tan fértiles en producción de sellos, premios y reconocimientos, como la responsabilidad social y el desarrollo sostenible. La experiencia, sin embargo, ha venido a demostrarnos que poco de esta generosa abundancia corresponde a méritos y logros reales. Por el contrario, mucho de ello obedece al mercadeo de la imagen corporativa y, como tal, a un simple negocio, tanto para quien los otorga como para quien los recibe. Quisiera aportar algunos criterios para dar claridad en este intrincado bazar persa.

1.  LOS SELLOS

Técnicamente, un sello es un símbolo comunicacional, que le informa al ciudadano que el producto, servicio, proceso u organización respectivos han sido sometidos a procesos de auditoría y certificación por un organismo certificador acreditado legalmente para hacerlo, y con base en una norma o estándar técnico igualmente reconocido.

Hay, pues, dos requisitos fundamentales para que un sello pueda ser considerado auténtico: uno técnico y otro legal. Lo curioso es que, en el mercado, circula un número importante de sellos que no reúnen dichos requisitos: ni cuentan con un estándar técnico de respaldo, ni son otorgados por una entidad legalmente autorizada para hacerlo. Son, pues, sellos fraudulentos. El caso más conocido en nuestro medio colombiano es el sello o certificación de responsabilidad social que la organización Fenalco Solidario “otorga” (vende, realmente) a muchas organizaciones. Pero son decenas de ellos por el estilo.

2.  LOS PREMIOS

Funcionan a modo de concurso, al cual se autopostulan diferentes organizaciones y suelen tener una periodicidad definida. Recomiendo dividirlos en dos categorías:
a)  Los que son gratuitos. En éstos, la entidad otorgante del premio asume los costos del proceso (comunicaciones, jurados, visitas, evento de entrega y recordatorio –placa, estatuilla, pergamino u otro-). Son muy frecuentes en el sector gremial y en el mundo de las ONG.
b)  Los que tienen costos. En éstos, la entidad que se postula debe pagar un importe económico para financiar el proceso.

En ambos casos, conviene hacer algunas precisiones:
a)  Se da una gran heterogeneidad en el diseño de los procesos de otorgamiento. Desde la total informalidad, hasta metodologías sumamente robustas y serias. Un buen ejemplo colombiano es el premio Premio NEIG (Premio Nacional a la Excelencia y la Innovación en la Gestión), que otorga anualmente la Corporación Calidad. Tiene costo, su metodología tiene una estructuración de lujo y conforma jurados altamente reconocidos.
b)  Se presenta un buen número de premios que sencillamente son negocios privados: tienen costo y prácticamente los gana quien esté dispuesto a pagar por ellos. Tal es el caso del conocido premio Best Place to Work.
c)  Y, por último, hay una gran confusión entre los conceptos de premio y reconocimiento.

Como se ve, el de los premios es también un terreno abundante en riesgos y engaños, aunque los hay serios.

3.  LOS RECONOCIMIENTOS

No son un concurso, no tienen costo, las postulaciones las hacen terceros, y su soporte es estrictamente moral: la reputación de quien lo otorga es la que le confiere su valor. Se otorgan por liberalidad, ante logros y méritos relevantes, públicamente conocidos y reconocidos. Tienen la función de visibilizar socialmente modelos de desempeño imitables. De no ser por la frecuente confusión entre reconocimiento y premio, así como por las malas prácticas de las que están plagados los sellos y los premios, serían el modelo ideal a seguir, al lado de los sellos auténticos.

sábado, 2 de junio de 2018

¿MÁS HIDROITUANGOS?
Por: Ramiro Restrepo González

La gravísima crisis presentada en el proceso de construcción de la represa Hidroituango, la más grande del país (se dice que suplirá el 17% de la demanda energética nacional), amerita una reflexión profunda sobre el rumbo que ha traído y el que deberá tomar Colombia en su desarrollo energético.

En los años 50, se tomó una decisión acertada en Antioquia, para el momento histórico: apostarle a la energía de origen hidroeléctrico en lugar del carbón. EPM (Empresas Públicas de Medellín) es, en buena parte, hija de esta apuesta estratégica. Y, a fe, que la ha honrado con demostrada y reconocida excelencia. Pero los momentos cambian y, con ellos, los contextos, las tecnologías, las tendencias, todo... Mis preguntas son: ¿no es hora de hacer nuevas apuestas?, ¿no debería ser Hidroituango la última gran hidroeléctrica que construya el país?, ¿no hay hoy mejores alternativas ya disponibles?, ¿no ha llegado a ser ya insostenible el futuro de proyectos faraónicos, que escapan a la capacidad de control humano?

En efecto, si revisamos las grandes represas, a lo largo y ancho del mundo, su historia es ya tan oscura y conflictiva como la historia de la minería tradicional: plagada de desastres sociales, ambientales y económicos. Para muestra, quiero ofrecerles algunos casos: 7, para no fatigar al lector, pero ya la lista es enciclopédica. Veamos:

§  Represa: Ukai. País: India. Año: 2006. Evento: mal proceso de desembalse para compensar las intensas lluvias del monzón. Causas: errores técnicos. Efectos: a) inundación masiva de campos y de la ciudad de Surat; b) 120 víctimas fatales, más de 4.000 cabezas de ganado desaparecidas, miles de viviendas destruidas y pérdidas económicas inmensas.

§  Represa: Bento Rodriguez. País: Brasil. Año: 2015. Evento: rotura de los muros de contención. Causas: saturación de residuos y lodos (la presa retenía los residuos de una megaobra de minería). Efectos: a) inundación del subdistrito de Bento Rodriguez y municipios aledaños; b) alta contaminación de cuerpos de agua por el vertimiento de residuos tóxicos, entre ellos, el del Rio Doce que suplía agua a más de 100 municipios, situación que aún no se ha superado y que no será superada en décadas.

§  Represa: Malpaset. País: Francia. Año: 1959. Evento: derrumbre del muro de contención. Causas: falla tectónica y deficientes estudios geológicos. Efectos: 421 víctimas fatales (destruyó dos pequeñas aldeas) y US$68 mlls.

§  Represa: San Francisco. País: Estados Unidos. Año: 1928. Evento: colapso del muro de contención. Causas: mal diseño. Efectos: inundaciones y más de 400 víctimas fatales.

§  Represa: Baqiao. País: China. Año: 1975. Evento: derrumbe de los muros de contención. Causas: fallas estructurales y lluvias intensas por el paso del tifón Nina. Efectos: más de 26.000 víctimas fatales, inundaciones y destrucción de miles de viviendas y de grandes áreas de cultivos.

§  Represa: Vajont. País: Italia. Año: 1963. Evento: desprendimiento masivo de tierra y lodo. Causas: presiones políticas para su terminación indujeron graves fallas técnicas. Efectos: destrucción total de la villa de Longarone y más de 2.000 víctimas fatales.

§  Represa: Sayano Shushenskaya. País: Rusia. Año: 2009. Evento: inundación de la sala de máquinas. Causas: sobreoperación para compensar el déficit creado por otra central que salió de servicio. Efectos: 75 víctimas fatales, 10 turbinas deterioradas y 3 destruidas, masivo vertimiento de aceite sobre el río Yenisei, y año y medio fuera de servicio (téngase en cuenta que esta central respondía por el 15% de la energía del país).

Todo ello sin contar las frecuentísimas inundaciones por procesos forzados de desembalse en épocas de invierno, los cuales ocurren anualmente en todo el planeta y en nuestro país. Y sin mirar los megaimpactos que, sobre las poblaciones y los ecosistemas, tienen estas obras faraónicas, tanto durante su construcción como durante su operación. Muchos estudios, incluso, ya cuestionan seriamente la inclusión de la energía hidroeléctrica en la categoría de energía limpia, toda vez que su generación de metano es de altas proporciones, siendo el metano uno de los más agresivos gases de efecto invernadero (GEI).

Ahora, con el desastre que se ha presentado en Hidroituango, y cuyos costos tendremos que asumir todos los colombianos, bien sea por errores de ingeniería o por “caprichos” de la naturaleza, bien vale volver a la pregunta: ¿sí es este el camino hacia el futuro?, ¿si esto ocurre en manos de una empresa con el historial de excelencia que puede exhibir EPM, qué no ocurriría en otras manos menos responsables?

Quiero ilustrar las nuevas alternativas con un ejemplo que me parece bien relevante. Acaba de inaugurarse (marzo-2018) la mayor planta solar del mundo en la India: se llama Shakti Sthala (ver Gráfica No. 1) y está localizada en la ciudad de Pavagada. Su costo: US$2.300 millones (un 42% de lo que nos está costando Hidroituango, o menos, si incorporamos los costos que tendrá el actual desastre). Su capacidad: 2.000 megavatios (versus 2.400 de Hidroituango; es decir, un 83%). Y todo ello sin expropiaciones (a los campesinos se les tomó en arriendo sus tierras), sin casi impactos negativos sobre los ecosistemas, y con bajísimo perfil de riesgos, tanto en su construcción como en su operación. ¿Admite esto comparación con lo que aquí queremos seguir haciendo? Y no hay que ir a la India: acá al lado, el vecino Brasil inauguró en septiembre pasado la planta de Pirapora, con capacidad para abastecer de energía a 420.000 hogares durante un año y con capacidad cercana a los 550 megavatios. Es, de lejos, la mayor planta solar, hasta ahora, en América Latina.

Gráfica No. 1

Y las alternativas no se agotan en la fuente solar. El portafolio de alternativas es ya de gran variedad. Algunas para ilustrar: a) geotérmica, aprovechando la vulcanología del país; b) microcentrales; c) maremotriz y undimotriz, aprovechando las condiciones especiales de la geografía chocoana; d) eólica, aprovechando las llanuras orientales y las costas; e) microcentrales a filo de agua; etc. Y todo ello sin contar con que ya la humanidad ha venido dando los primeros pasos concretos para llevar la generación de energía por fusión nuclear, de la ficción, a la realidad tecnológica de nuestras vidas, lo cual nos situaría en un escenario energético verdaderamente revolucionario en poco más de tres décadas (ver la nota: “ITER: ¿una revolución a la vuelta de la esquina?”, en este mismo Blog).

Finalmente, si analizamos el avance de Colombia en energías alternativas, especialmente la solar, ya que somos un país tropical con alta radiación solar, tenemos que decir que no hemos empezado ni a gatear. Sólo un proyecto de relativa envergadura, recién inaugurado por Celsia en Yumbo, puede decirse que marca el tímido inicio de un proceso alentador (ver Gráfica No. 2). Capacidad: 9.8 megavatios (¡por favor¡: no comparen con Shakti Sthala…), con lo cual puede abastecerse una población de 8.000 hogares. Modestísimo, pero prometedor inicio. Ojalá sea realmente un inicio.

Gráfica No. 2