sábado, 2 de junio de 2018


ITER: ¿UNA REVOLUCIÓN A LA VUELTA DE LA ESQUINA?
Por: Ramiro Restrepo González

ITER es el acrónimo de International Thermonuclear Experimental Reactor, un experimento a gran escala, con un costo estimado en 24.000 millones de euros, y financiado por siete socios: la Unión Europea, Japón, Estados Unidos, Corea del Sur, India, Rusia y China.

Su objetivo es demostrar la viabilidad tecnológica de producir energía nuclear por fusión y llevarla a escala comercial. Como todos sabemos, la energía nuclear tiene dos expresiones:
a) Por fisión: es la generada por la rotura del núcleo de un átomo, generalmente de uranio, a partir de bombardearlo con electrones acelerados a altas velocidades, y la conocemos desde el proyecto Manhattan, cuyo doloroso debut ocurrió en Hiroshima. Altamente peligrosa en su operación (basta repasar los desastres de Chernobyl y Fukushima, aparte de sus desastrosos usos militares), además de generadora de residuos, cuya peligrosidad perdura por décadas sobre el planeta, causando graves perturbaciones, entre ellas el incremento inusitado del cáncer.
b) Por fusión: es la generada por la integración de dos átomos de elementos simples, para constituir un átomo más complejo. Es la que genera la luz de las estrellas, entre ellas, la de nuestro sol. Es de baja peligrosidad, no genera residuos peligrosos y su consumo de materiales es mínimo. En suma, es la energía ilimitada a costos bastantes razonables.

El experimento tiene su sede en un sitio denominado Caradache, municipio de Saint-Paul-lez-Durance, en el sur de Francia, y cercano a Marsella (ver Gráfica No. 1). Ahora bien: las metas de este proyecto son bien ambiciosas: a) para 2025, esperan haber producido el primer estado de plasma controlado, indispensable para llegar a la fusión nuclear; y b) para 2055, esperan haber estabilizado el proceso para iniciar su producción en masa y su comercialización.

GRÁFICA No. 1

Lo anterior significa que, en el horizonte de poco más de tres décadas, la humanidad estará entrando en el escenario de una plataforma energética inspirada en las leyes del universo. Algo así como si cumpliéramos el mito de Prometeo, de robarle la energía al sol. Desde ese escenario, veremos cuán rudimentarios eran nuestros proyectos de plantas térmicas, de megapresas hidroeléctricas, incluso de paneles solares y turbinas eólicas. El asunto es que ya no se trata de ciencia ficción. Similares proyectos se están manejando en China, a menor escala; ya Lockheed Martin, en los Estados Unidos, tiene en marcha otro proyecto enfocado en desarrollar turbinas de avión impulsadas por energía de fusión nuclear; y, finalmente, tenemos el proyecto del avión Magnavem (del latín: ave grande) que puede apreciarse en la Gráfica No. 2. Llegaremos, así, a la máxima expresión de la sostenibilidad energética de la humanidad y del planeta.

GRÁFICA No. 2


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