TRASPASAR LÍMITES: ¿AVENTURA O IRRESPONSABILIDAD?
La humanidad, en su inherente y legítimo afán de trascendencia, ha buscado siempre retarse a sí misma, llevándose a superar todo tipo de límites. En muchos casos, ello la ha conducido a aventuras maravillosas, que nos han abierto muchas posibilidades. Los ejemplos abundan: la conquista espacial, la conquista del Everest y de las Fosas Marianas (los límites geográficos máximos), el desarrollo de medicamentos revolucionarios como la penicilina, los anestésicos y otros. Pero, en muchos otros casos, ese afán de trascendencia la ha conducido a traspasar los límites de la responsabilidad, individual y colectiva. Los ejemplos abundan también: el uso de alucinógenos, la experimentación en organismos vivos, la bomba atómica y muchos otros.
En los tiempos de hoy, vemos nuevos y peligrosos intentos de llevar la experiencia del límite, más allá de todo protocolo de seguridad, es decir, de forma totalmente irresponsable, y con el agravante de que ya se plantean a gran escala. Tres ejemplos resultan ilustrativos:
Primero: la edición genética
Una técnica, entre muchísimas asociadas a la ingeniería biológica (CRIPR o clustered regularly interspaced short palindromic repeats, como se le conoce), que nos conduce a lo que ya se conoce como biomejoramiento. Esta técnica, que permite modificar la programación genética de un individuo, ofrece gigantescos beneficios potenciales en erradicación temprana, aún en estado fetal, de malformaciones, enfermedades y características no deseables de un ser vivo. Pero también tiene, hoy, todos los riesgos inherentes, aún no suficientemente conocidos y controlados. El médico chino He Jiankui, mediante edición genética, curó en 2018 el VIH congénito en dos gemelas, que aún no habían nacido. Tremenda, pero irresponsable hazaña, que le costó tres años de prisión[1]. ¿Hasta dónde es ético, y por tanto responsable, avanzar en esta ruta? ¿Es legítimo todo lo tecnológicamente posible?
Segundo: los deportes mejorados
Según reporta el diario digital The Conversation [2], “En mayo de 2026, se celebrarán en Las Vegas los Enhanced Games o Juegos Mejorados. Los atletas competirán en las modalidades de natación (50 m libres, 100 m libres, 50 m mariposa y 100 m mariposa); atletismo (100 m lisos y 110 m vallas) y halterofilia (arrancada y dos tiempos). Lo llamativo de esta cita deportiva es que, desde la organización, se incentiva el uso de sustancias dopantes, amparándose en que los atletas estarán sujetos a un exhaustivo control médico para asegurar su estado de salud y minimizar los riesgos asociados a la utilización de esas sustancias”.
Las autoridades mundiales del deporte ya se han pronunciado abiertamente en contra. Pero estos juegos ocurrirán y sentarán un peligroso precedente. ¿Hasta dónde vamos a llevar la metáfora del crecimiento, de la maximización de rendimientos, que ha sido el santo grial del modelo económico vigente, ya claramente obsoleto y en decadencia? Al biomejoramiento humano, sueño transhumanista, ahora le agregamos un nuevo desvarío, algo así como inventarnos el fracking en humanos.
Sentido de aventura, sí. Capacidad de soñar, incluso en utopías, sí. Coraje y osadía para explorar más allá de nuestras estrechas fronteras, sí. Pero, por favor, no perdamos el sentido de nuestra pequeñez y fragilidad; y, sobre todo, no perdamos el sentido de nuestra naturaleza esencial, que es el siempre marcará los límites de todo emprendimiento humano.
Tercero: la guerra “inteligente”
El mejor laboratorio de desarrollo tecnológico, en la historia de la humanidad, ha sido la guerra. No gratuitamente: la tecnología ha sido un medio de dominación (de la naturaleza y de otros) al servicio del poder, cuyos equilibrios se dirimen en las guerras.
Y ese laboratorio está traspasando nuevas fronteras en la guerra entre Rusia y Ucrania. Así lo reportaba el medio digital Xatata [3]: “La escena tuvo lugar hace pocas semanas y fue un hecho sin precedentes en la historia militar. Las fuerzas ucranianas anunciaron que habían logrado capturar a soldados rusos sin emplear infantería humana” (subrayados propios). Es decir, drones equipados con inteligencia artificial habían definido, organizado y ejecutado la operación, de manera totalmente autónoma.
Esta guerra marca un punto de inflexión en la historia bélica. Las armas autónomas empiezan a hacer casi innecesarios a soldados y comandantes. Ahora serán simples artefactos tecnológicos los que tomarán decisiones de vida o muerte, captura o liberación de los propios seres humanos.
¿Cuáles son los protocolos de verificación y seguridad que nos asegurarán que tales decisiones autónomas están alineadas con la ética humana? (si es que se puede hablar de ética en un campo de batalla). La pregunta se torna dramática, cuando vemos múltiples señales del precario desarrollo que la inteligencia artificial ofrece aún, a pesar de tanto tecnófilo que pulula en la opinión pública. Por ejemplo, recientemente el Center for AI Safety de la Unión Europea nos reportó (agosto, 2025) que la tasa de alucinación de ChatGPT-4.0 era del 15,8 %, aparte de un preocupante panorama de riesgos, cada vez más evidentes [4]. La amenaza de que una potencia tecnológica (pública o privada) paralice totalmente un país, dejando inoperativa toda su infraestructura (bancaria, de salud, gubernamental, informativa, aérea, logística…) está sencillamente a la vuelta de la esquina. Recientemente, por ejemplo, el avión que transportaba a la presidente de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, debió aterrizar de emergencia por un sabotaje ruso a su sistema de GPS [5].
RamiroR.
Septiembre 2025
[1]
https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC6724388/,
[2]
https://theconversation.com/los-juegos-del-dopaje-libre-las-vegas-acogera-en-2026-la-cita-mas-peligrosa-de-la-historia-del-deporte-261696.
[3] https://www.xataka.com/magnet/cada-vez-hay-soldados-guerra-ucrania-no-hacen-falta-maquinas-se-coordinan-deciden-cuando-atacar
[4]
https://safe.ai/ai-risk.
[5]
https://cnnespanol.cnn.com/2025/09/01/mundo/avion-von-der-leyen-presunta-interferencia-rusa-trax.
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