jueves, 5 de abril de 2018

LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LA INFORMALIDAD LABORAL (I)

La Centenaria (nombre cambiado) es una multilatina, nacida en Colombia en 1980. Una organización que ya tiene operaciones en 8 países de Centro y Suramérica, y cuyos informes reportaban ingresos, para el año 2015, del orden de col$1.033.874.180 (unos US$363.000), sólo en Colombia, y que se perfila como líder en el mercado de consumo masivo.

Juanita (nombre cambiado) es una de sus miles de “empleados” en Colombia. Dialogamos con ella, y estas son las vivencias y experiencias que pudimos compartir con ella. Ustedes se formarán su propia opinión al final.

1. En lo personal

Juanita es una persona relativamente joven –quizás 35 años-, aunque aparenta mucho menos-. Tiene 3 hijos -17,15 y 7 años- que, por fortuna, estudian. Su esposo se fue hace varios años; “se lo llevó el viento”, dice ella, con una sonrisa tranquila. Ya es abuela, sorprendentemente. Vive en una casita de madera, construida en un terreno de invasión, situado en un barrio subnormal de la comuna nororiental de Medellín, en lo más alto y alejado de la periferia urbana, allá en la montaña. Estudió hasta cuarto de primaria, y se ve alegre y trabajadora.

2. En lo laboral

Juanita llegó a la empresa La Centenaria por recomendación de familiares y amigos. Trabaja en un andén del centro de la ciudad, de lunes a sábado, entre las 9:00 a. m. y las 5:00 p. m. Eventualmente lo hace en dominicales y festivos. De su trabajo le gusta la independencia, y le incomodan dos asuntos: los riesgos de perder algo (trabaja en la calle y debe responder por todo: producto, dotación, recaudo), y las propuestas indecentes que dice recibir diariamente, por su condición de mujer. Piensa seguir en este trabajo, aunque es consciente de que es de mala calidad y que ellos (la empresa) “exigen más que lo que dan”. Sabe el nombre de la empresa que fabrica el producto que ella vende, pero nada más.

No tiene firmado contrato de trabajo. Sólo le exigieron firmar un documento en el que recuerda haber renunciado a cualquier riesgo o reclamación. De este documento, jamás recibió copia.

3. Sus condiciones de trabajo

a. Juanita recibe como ingreso una comisión sobre cada unidad de producto vendido. Uno de sus productos más vendidos, en tamaño pequeño, se vende en col$1.500 y le reporta un ingreso de col$250; en tamaño grande, se vende en col$2.000 y le reporta un ingreso de $350. Lo anterior significa una comisión promedio del 17.1%. 

b. Juanita dice recaudar un ingreso personal que le representaría una suma de entre col$390.000 y $781.000 mensuales, toda vez que las variaciones climáticas, así como las fechas de temporada (baja-alta) y el día de la semana, hacen que las ventas sean muy variables. En resumen, es un ingreso que nunca alcanza el salario mínimo legal vigente en Colombia.

c. A lo anterior, no hay que sumarle nada más: ni prestaciones sociales, ni seguridad social, ni beneficios, ni recargos por trabajo extra, dominical o nocturno, ni vacaciones. La empresa no le reconoce ninguno de estos elementales derechos laborales.

d. Tampoco Juanita tiene acceso a servicios de salud y seguridad en el trabajo, a pesar de que su oficio es de riesgo medio-alto; ni a oportunidades de capacitación, bienestar laboral o recreación.

e. En cuanto a dotación, la empresa le suministra un llamativo traje (más publicitario que funcional) cada determinado tiempo. Como sólo le entregan una unidad, debe arreglárselas para lavarlo y tenerlo listo cada nueva jornada. Le suministran también un carrito, cuyo costo ella estima en col$150.000, porque eso es lo que han debido pagar los colegas que lo han perdido. De su propio peculio, ella aporta: una sombrilla, un banquito para descansar a ratos, y una nevera de icopor para ampliar su inventario.

f. Diariamente recibe la visita de un supervisor, que revisa que todos sus implementos estén en orden y que ella esté en el sitio acordado.

g. Es un trabajo precario y ella lo sabe y acepta claramente, con el pragmatismo de saberse sin más oportunidades.

4. El modelo de negocios

Juanita no lo sabe, pero lo intuye. Trabaja para una compañía que no ha visitado jamás, pero que la ha vinculado a través de una opaca red de distribuidores (microempresas, las llaman ella y sus colegas), cada una de las cuales “contrata” entre 20 y 30 vendedores callejeros. Juanita conoce la sede de algunas de ellas. A su microempresa, que no tiene siquiera un aviso externo de identificación, ella llega cada día, al final de la tarde; liquida su producido y permite que le tomen una fotografía, como constancia de presentación. No recibe siquiera un recibo contable de lo liquidado. A su vez, sabe que cada día llegan a esta microempresa varios camiones repartidores de la empresa madre, reponiendo inventarios.

Visité, tanto las instalaciones de la empresa madre en Medellín, en una zona industrial del sur de la ciudad, como un par de microempresas distribuidoras del centro de la ciudad. En ninguna había identificación externa. Alguna información brindan los vecinos, pero el hermetismo es total y se niegan a recibir visitas de desconocidos.

La información en la Internet es además sumamente pobre sobre esta empresa, y en su sitio web indican explícitamente que sólo entregan resultados financieros a los entes gubernamentales, a pesar de tratarse de una sociedad anónima de gran tamaño y de carácter multinacional. Se trata, sin duda, de un opaco modelo de negocios, que ha convertido el desempleo y el subempleo de nuestra sociedad en un lucrativo negocio, ante la absoluta indiferencia y, si se quiere, indolencia de nuestras autoridades del trabajo.

Lo sorprendente es que, si se revisa su portal en la Internet o su reseña en Wikipedia, la empresa hace alarde de 10 premios o reconocimientos recibidos, lo cual no es poca cosa para una empresa con 38 años de recorrido. El que más me sorprendió es el premio Great Place to Work, que le fue concedido en dos oportunidades: años 2009 y 2010. Ya nos tocará entonces pensar con Juanita: ¡Qué gran lugar para trabajar!

Y, como este caso, he podido identificar poco más de una decena. En próxima entrega ilustraré uno más. He llegado así a la conclusión de que estamos en presencia de un acelerado proceso de institucionalización de la informalidad laboral. Y esto sí es algo totalmente nuevo. La informalidad laboral siempre fue un asunto marginal al sistema económico, exclusivo de los excluidos de los circuitos económicos. Pero ahora vemos que, detrás de dicha informalidad laboral, están poderosos agentes económicos, nacionales y multinacionales, en forma similar a como ocurre en negocios como la llamada trata de blancas. Y así estamos pretendiendo pasar los exigentes estándares laborales del club de la OCDE… ¡Que país!, ¡Que dirigentes!

No hay comentarios: