El planteamiento es simple de enunciar, aunque complejo de implementar: si el mundo cambió, la manera de reportar los resultados de la gestión de las organizaciones también debe cambiar. Por ello, el balance, el P&G y similares, son modelos de reportes gerencial obsoletos actualmente o, cuando menos, totalmente insuficientes.
Si algo me impresionó de este primer papel de trabajo, es la PROFUNDIDAD del cambio que hemos experimentado en apenas 36 años. Todos hablamos de cambio. Pero conocer su profundidad es otro asunto, definitivamente.
En la Gráfica anexa podemos observar el comportamiento del VALOR DE MERCADO de las 500 compañías incluidas en el conocido índice Standard and Poor´s. Una rápida mirada nos permite ver que:
1. Para 1975, el valor de mercado de las compañías incluidas en este índice estaba definido por: en un 83%, por sus activos físicos y financieros; y, en un 17%, por sus demás activos (léase activos INTANGIBLES: know-how, posicionamiento de marca, reputación corporativa, perfil de riesgos, red de relaciones, clima laboral, liderazgo, cultura organizacional, y un gigantesco etcétera…).
2. Para 2009 (¡sólo 36 después!), el VALOR DE MERCADO de estas compañías estaba definido de una manera totalmente inversa: 81% por sus ACTIVOS INTANGIBLES y sólo 19% (¡!!) por sus activos tangibles (físicos y financieros).
Y resulta que toda la población gerencial de que disponemos, en Colombia y en el mundo, está formada para entender y gestionar activos tangibles que, ahora, resultan los menos relevantes del negocio. Es decir, estamos en presencia de una clase gerencial obsoleta en sus habilidades, de unas escuelas de negocios que forman para lo que ya no necesitamos, y de una cultura gerencial que va en contravía del contexto histórico. A mí, personalmente, me resulta dramático constatarlo de una manera tan cruda. Pero son los hechos. Y hechos de mercado. Los hechos están superando a la filosofía (a la imaginación, diría nuestro querido nobel García Márquez).
Y resulta que toda la población gerencial de que disponemos, en Colombia y en el mundo, está formada para entender y gestionar activos tangibles que, ahora, resultan los menos relevantes del negocio. Es decir, estamos en presencia de una clase gerencial obsoleta en sus habilidades, de unas escuelas de negocios que forman para lo que ya no necesitamos, y de una cultura gerencial que va en contravía del contexto histórico. A mí, personalmente, me resulta dramático constatarlo de una manera tan cruda. Pero son los hechos. Y hechos de mercado. Los hechos están superando a la filosofía (a la imaginación, diría nuestro querido nobel García Márquez).
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