Son esperanzadoras las noticias recientes que, sobre la actividad minera, ha producido el actual gobierno colombiano:
1. Un fuerte operativo de las fuerzas de policía y del ejército contra la actividad minera ilegal, que ya ha producido detenciones, cierres, incautaciones, etc.
2. El nombramiento de 100 nuevos inspectores mineros, que vendrán a complementar la raquítica fuerza de Vigilancia del Ingeominas, que apenas cuenta con 16 inspectores para más de 8000 proyectos mineros en distintas fases de desarrollo.
3. La reestructuración del Ingeominas y la posible creación de una Agencia Nacional para la Vigilancia de la Industria Extractiva (no nos olvidemos que el Ingeominas tiene por propósito misional la investigación minera pero, ante el cierre por corrupción de otros organismos –Carbocol, Minercol,…), fue necesario asignarle las funciones de vigilancia y control, cuando todos sabemos que los científicos no tienen las mejores habilidades para una tarea que es más bien de carácter policivo).
En fin: podríamos decir que, por fin, el país reacciona ante una actividad plagada de ilegalidad, prácticas inseguras, depredación ambiental, corrupción y una docena de males más. En buena hora, ante el auge minero que nos espera a la vuelta de la esquina.
Pero hay que tener cautela, pues el asunto es más complejo y supera, con creces, los alcances de un operativo policial, por exitoso que parezca.
En Colombia, a diferencia de muchos países, conviven CUATRO TIPOS DE MINERÍA, y cada una precisa de una estrategia diferente (ver gráfica). 1. LA MINERÍA ARTESANAL
La más originaria de todas. Es la del pequeño productor, que trabaja con medios precarios, en condiciones altamente inseguras, acosado por los intermediarios, y con grandes vacíos legales –por supuesto- pero que, no por ello, puede estigmatizarse de ilegal, sin fórmula de juicio.
Con gran tristeza, por lo tanto, he recibido la noticia del inminente cierre de 18 minas artesanales en el municipio de Amagá, distante 60 minutos de la ciudad de Medellín. Gran injusticia, que contrasta con el hecho de que a poca distancia sigue operando, en condiciones de alta inseguridad, la Mina San Fernando que el año anterior ocasionó la muerte de 73 mineros.
Presidente: con todo respeto, la minería artesanal no es para estigmatizarla y perseguirla. La minería artesanal urge de una estrategia agresiva de FORMALIZACIÓN, con alto sentido de inclusión económica y social. Esta estrategia debe implicar: capacitación, asesoramiento, crédito de fomento, promoción de esquemas cooperativos que permitan el acceso directo a los mercados y eliminen la cadena de intermediarios, esquemas de comercio justo, etc. Perseguirlas, como se está haciendo, con ejército y policía, es una miope política minera.
2. LA MINERÍA TRADICIONAL
Es la minería de mediana y gran escala que, si bien funciona de manera formal, y cumpliendo los mínimos legales, o con las mínimas apariencias de legalidad para ser más exactos, se mantiene anclada a prácticas del siglo XIX. Es lo que explica la sucesión de catástrofes que, anualmente, ya representan centenares de muertos, viudas y huérfanos, aparte de irrecuperables daños ambientales.
Mientras la institucionalidad minera del Estado no se desarrolle vigorosamente, con personas competentes ocupando los cargos relacionados con el sector, es evidente que este tipo de minería seguirá contando con espacio social para imponer silencio sobre sus prácticas insostenibles y vergonzosas.
Lamentablemente, la institucionalidad del Estado es raquítica en este sector y muchos de los funcionarios que ocupan cargos de responsabilidad pública en el mismo son declaradamente incompetentes. Tal es el caso del Departamento de Antioquia, por ejemplo, donde el cargo de Secretario de Minería es ejercido por un vendedor de carros sin ninguna formación ni experiencia en la industria, es decir, por un incompetente (1) que, en la tragedia minera del año anterior en Amagá, debió pagar con su cabeza, como ocurriría en cualquier gobierno serio en el mundo, ante situaciones similares.
La minería tradicional urge de una estrategia de MODERNIZACIÓN, que la lleve a adoptar en el corto plazo los exigentes estándares de minería sostenible que ya son corrientes en el mundo. Pero, para ello, se requerirá, sin lugar a dudas, un soporte legislativo e institucional que, desde el Estado, asegure las condiciones suficientes para que dicha modernización resulte viable y efectiva.
3. LA MINERÍA ILEGAL
En forma similar a como ha ocurrido por décadas con las esmeraldas colombianas, ahora vastos sectores de la geografía nacional están viendo su potencial minero (oro, plata, coltan, etc.) en manos de mafias, grupos armados irregulares y hasta bandas criminales. El saqueo de recursos, la corrupción, la depredación ambiental y la cuota de asesinatos, que este fenómeno viene produciendo en los años recientes, se suma ahora al oscuro panorama del conflicto armado y de la corrupción generalizada.
Frente a este tipo de minería no cabe otra estrategia que la de ERRADICACIÓN sin concesiones. Y, en este campo, es alentadora, sin lugar a dudas, la reacción del gobierno de turno.
4. LA MINERÍA RESPONSABLE O SOSTENIBLE
Un creciente número de compañías mineras en el mundo ha venido entendiendo que el modelo de minería tradicional no resulta sostenible por la presión de las comunidades, de los organismos multilaterales, de la opinión mundial, de los gobiernos, etc. (ver video “La Montaña Sagrada” en este mismo Blog). Y ello las ha ido llevando gradualmente a desarrollar modelos de minería responsable o sostenible que resulten: respetuosos con las comunidades y con el medio ambiente, seguros para el trabajador minero, transparentes en su actuación pública y capaces de visualizar un futuro viable y sostenible para el entorno en el que operan, una vez se llegue a la inevitable etapa de cierre que todo proyecto minero confronta tarde o temprano.
Cerrejón y Cerromatoso son ya excelentes ejemplos en Colombia y, en Antioquia, merece especial mención el caso de Mineros S. A. Estas tres compañías operan respectivamente grandes proyectos mineros de ferroníquel, carbón y oro.
La estrategia adecuada, en este caso, es la de PROMOCIÓN, sin lugar a dudas. Y ello se logra con componentes tales como: la estabilidad jurídica; el acceso a información social, ambiental y geológica integral, actualizada y de alta confiabilidad; el control estricto a las regalías; y un clima de negocios favorable.
Ojalá no nos equivoquemos más persiguiendo a pequeños e impotentes mineros artesanales que podrían ser grandes emprendedores, con otro enfoque. Ojalá tengamos éxito en la erradicación de las nuevas mafias mineras. Y, ojalá, los grandes feudos e intereses de la minería tradicional vean por fin mano fuerte sobre sus administradores y propietarios. Si lo anterior no se da, el futuro minero del país estará tachonado de tragedias y de dolorosa depredación social, moral y ambiental.
(1) Vea su currículum en el enlace http://www.antioquia.gov.co/antioquia-v1/links/portalminas.html
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